Navarra, País Vasco y Aragón son las comunidades españolas en las que más se ha apostado por la rehabilitación o la construcción de edificios bajo estándar Passivhaus para garantizar la edificación de consumo casi nulo en su entorno urbano y, especialmente, por lo que se refiere a los edificios de uso público, según las estadísticas de la Plataforma de Edificación Passivhaus (PEP). Entre las tres suman un 86% del total de los edificios certificados Passivhaus en entorno urbano del país. En la actualidad, hay más de 77 -unos 231.000 m2 proyectos Passivhaus- en desarrollo en España.
Según explica Adelina Uriarte, presidenta de la PEP, “lejos de lo que pudiera parecer, acometer bajo estándar Passivhaus este tipo de proyectos no es un problema. En algunas cuestiones presenta incluso ventajas porque, en general, los edificios de mayor dimensión tienen un mejor factor de forma, lo que permite que los niveles de aislamiento no difieran tanto con respecto a los de un edificio estándar. Sí es importante la correcta definición del perfil de uso del edificio, así como un correcto diseño de sus instalaciones para optimizar las mismas, ya que deben hacer frente a demandas energéticas sensiblemente inferiores a las que estamos acostumbrados. Instalaciones más reducidas suponen también un mantenimiento más sencillo y económico de las mismas”.
En este sentido, en los grandes edificios y espacios de uso público, pese a su mayor complejidad, “es mucho más fácil reducir la inversión inicial de un edificio pasivo -estimados entre el 3% y el 8% en el peor de los casos-, pudiéndose incluso llegar a una inversión inicial nula”. En cualquier caso, el ahorro energético a lo largo de la vida útil del edificio -sobre todo en determinados usos más intensivos- es mucho mayor que en un edificio no pasivo, por lo que los habituales períodos de amortización (entre 5 y 10 años) se alcanzan sin problemas.
En este sentido, Uriarte afirma que “hasta hace unos años podíamos asociar el estándar Passivhaus en nuestro país exclusivamente a edificios unifamiliares. Sin embargo ya se han construido bloques de viviendas plurifamiliares, existiendo en estos momentos multitud de proyectos de este tipo en ejecución en toda la geografía española.También algunas administraciones autonómicas han apostado tanto por la rehabilitación como por la construcción de su parque de viviendas de protección oficial bajo estándar Passivhaus. Y el cambio de escala se completa con un cada vez mayor número de edificios de otros usos, como oficinas, equipamientos, dotaciones, colegios, hoteles, etc.”.
Los cinco principios básicos Passivhaus
Una edificación pasiva es un tipo de construcción enfocada a la máxima reducción de la demanda de energía necesaria para su climatización, logrando mantener en su interior una temperatura constante y confortable, y unas condiciones idóneas de confort acústico y de calidad del aire mediante la optimización de los recursos existentes.
El estándar Passivhaus solo certifica edificaciones que logran garantizar una demanda energética para calefacción y refrigeración menor o igual a 15 kWh/m² al año; una demanda de energía primaria menor o igual a 120 kWh/m² por año; y la práctica ausencia de infiltraciones de aire en el interior de la vivienda o edificio (menor o igual a 0,6 renovaciones/hora a 50 pascales de presión comprobada mediante ensayo Blowerdoor).
Un edificio con certificación Passivhaus garantiza así el consumo casi nulo de energía para la climatización, permitiendo un ahorro energético de hasta el 90% frente al de un edificio convencional. Además, evita defectos o patologías en los edificios que propician la formación de condensaciones o mohos, alcanza excelentes niveles de confort térmico y acústico, proporciona una altísima calidad del aire interior frente a polución y alérgenos, y disminuye sensiblemente tanto la huella de carbono como otros daños ambientales derivados del consumo energético excesivo.
La idea base es aprovechar al máximo el sol y la orientación del inmueble para captar la mayor energía posible. A partir de ahí, basta aplicar exhaustivamente cinco principios básicos en la construcción del edificio: utilizar importantes niveles de aislamiento térmico; cuidar su diseño y ejecución eliminando los puentes térmicos, dando continuidad al aislamiento a lo largo de todo el edificio; incluir puertas y ventanas de altas prestaciones térmicas (triple acristalamiento, bajas transmitancias y correcta instalación); garantizar la hermeticidad al aire exterior; y recurrir a una ventilación mecánica con recuperación de calor de alto rendimiento, que permite ventilar recuperando entre el 80 y el 90% de la energía que está dentro del propio inmueble.
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